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Una ventana se mueve, también la puerta.
Salgo apenas. El espejo se desliza y rompe
el tomacorrientes. No creo que lo reparen.
En mis pies veo vidrios que me miran
como en un caleidoscopio. Las escaleras
se mueven y gota de sangre se seca en
mis pies.
Afuera una grúa gigante oscila. Los
vecinos están en silencio.
que me señala el cielo. No sé exactamente
las veces que me ha saludado al borde
de su puerta; supongo que han sido
bastantes. Las suficientes.
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